sábado, 13 de junio de 2009

Un almacén legendario

Todavía es posible comprar bebidas o lechones en el viejo boliche de ramos generales Lasarte, cerca de Tandil.

A casi 350 kilómetros de Capital Federal y a 30 kilómetros antes de llegar a Tandil, el viejo almacén de ramos generales Lasarte Hermanos, enfrentado a la estación De la Canal, constituye un referente de un pasado, no muy lejano, que bien pudo haber
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inspirado alguna de las obras de Molina Campos.
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El edificio es lineal y simple. Dos puertas de entrada tiene el salón, piso de baldosas en damero y, en invierno, está abrigado por una salamandra criolla, de herrería, que irradia calor a los habitués.
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Una barra de madera lustrosa en forma de L, que parece no tener fin, es atendida por parientes y descendientes de los originales dueños.
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Los Lasarte, y más especialmente el finado don Ramón, son de esa raza de bolicheros de alma, que llegó a este sitio desde otro rincón tandilense, Villa Aguirre.
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"Hacía más amigos que clientes", sostiene Zubillaga, uno de los personajes que viven y dan vida al lugar con sus graciosas historias.
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Este paraje ha sido y es, en nuestros días, un alto en el camino de los tamberos, chacareros y hacendados de los alrededores del arroyo Langueyú. Refugio del paisano, verdadero centro de información regional, el almacén Lasarte congrega veladas de truco y alguno que otro torneo de paleta.
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En uno de los rincones de esta construcción, que perteneció hasta 1900 a la familia Girado, y fue adquirida luego por la firma Macaya, se ha improvisado un sector de peluquería "unisex", enfrentado a una pared con más de cincuenta "tazas" de ruedas de automóviles, brillantes, colgadas prolijamente.
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A unos metros de la cancha de paleta -se dice- fue el lugar en el que la banda de gauchos liderados por el legendario Tata Dios (Jerónimo Solane o Solanet) ultimó a todos los miembros de una familia de vascos franceses, el 1° de enero de 1878, gritando "mueran los extranjeros y los masones".
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La gran fiesta
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Estos gauchos malentretenidos tenían pensado además asesinar a Ramón Santamarina, pero un infiltrado avisó a la policía y fueron rodeados y apresados.
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"Según se cree, este gaucho de buenos modales, educado y con fama de santón, terminó sus días asesinado en una cárcel tandilense", refiere Mirtha Mabel Lasarte.
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"Desde entonces no se festeja ningún 1° de año en el poblado", recuerda, a los noventa y cuatro años, doña Josefina Baranthol, "una vecina de toda la vida", que vive en una estancia cercana al almacén Lasarte.
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A mediados de febrero, todos los años la gente de De La Canal organiza un gran picnic a orillas del arroyo Langueyú. En la última reunión participaron 700 personas, consumieron 30 asados de vaca, 1000 chorizos, 3 bolsas de papas, 30 lechones y dos barriles de 200 litros de vino. Habitualmente, señala Oscar Lasarte, "lo que más se toma es cerveza. Mucha caña quemada y caña de durazno. Algo de Hesperidina.Vino solo y gaseosa con Fernet, en el verano, y mucho helado..."
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Fuente: Alejandro Schang Viton, publicado en La Nacón, 02/07/2005