viernes, 5 de septiembre de 2008

El Boliche de Aspiroz de General Lavalle

Supo ser muy bien mentado
aquel boliche rural,
donde en forma natural
se daba el trato apropiado.
Sencillo y considerado
el patrón con el gauchaje,
que a veces llegaba en viaje
con arreos para venta,
por la huella polvorienta
que acercaba a ese paraje.
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Siglos atrás asentaron
cerca de allí paradero
los indios que con esmero
su impronta veraz dejaron.
Sus manos rudas forjaron
muy diversos utensilios,
platos, jarras y cuchillos
también urnas funeraria
sen obras rudimentarias
hechas por seres sencillos.
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Feria y remate de hacienda
una vez al mes se hacía
y cuando esto acontecía
la reunión era estupenda.
Al entrar a la vivienda
había una gran cocina,
en donde alguna gallina
iba a parar al puchero,
también el guiso carrero
completaba la rutina.
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Lindaba con La Esperanza
y El Palenque: dos Estancias
parejas en abundancia
sen las horas de labranza.
Destacaba la templanza
singular de la peonada
que en nochecita cerrada
al boliche se acercaba,
y al truco, bochas o taba
despedían la jornada.
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Hoy sus puertas se han cerrado
se ha convertido en tapera,
el candado en la tranquera
habla de un tiempo acabado.
El pastizal arraigado
crece a la buena del viento
y es testigo de un lamento
que recorre el monte e' tala
donde un reflejo e' luz mala
surge y se pierde al momento
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Fuente: ©Norma Ester Montenegro