viernes, 22 de mayo de 2009

La protegida (Navarro)

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TRES HISTORIAS...UN RESULTADO
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Durante el siglo XIX, los vecinos de Navarro contaban con varios servicos de diligencias que unía a éste con la gran aldea de Buenos Aires y con pueblo y parajes vecinos.
En épocas en que los caminos eran sólo huellas, aquellas diligencias sirvieron al transporte de correspondencia, encomiendas y pasajeros, convirtiéndose en indispensables actores de desarrollo para los incipientes vecindarios afincados en el medio de la inhóspita pampa.
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"LA PROTEGIDA" era una de aquellas compañias de diligencias, que en el siglo XIX trasnportaba sus cargas desde Buenos Aires a Navarro...

...Ya avanzado el siglo XX , a principios de la década del '70, en la ciudad de Navarro cerraba definitivamente el almacén de ramos generales del "Turco Emilio".
Este señero almacén, fundado en 1926 por el inmigrante sirio-libanés Abdul "Emilio" Mustafá, había cumplido un importante ciclo en la historia comercial de la comunidad, pero superado por nuevos pautas económicas cesó en su actividad, alquilando su edificio para sucesivos y diferentes emprendimientos comerciales....

...Coincidente con ese tiempo, un joven de -por entonces- 15 años, comienzó a interesarse por objetos antiguos y artículos de viejos almacenes y pulpería de su pueblo; iniciando así, una colección que perdura hasta estos días.
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Hoy, estas tres historias independientes se conjugan y de la fusión de aquel viejo edificio del almacén del "Turco" Emilio más la copiosa colección lograda en más de 35 años por aquel jóven y el nombre de aquella legendaria diligencia surge a nosotros el "Almacén Museo LA PROTEGIDA" como un símbolo de buena combinación de Turismo, Gastronomía y Cultura regional.
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Fuente: Raúl Lambert, www.laprotegida.com

Trabajos de Alberto Pinciroli


Almacén de Alberto García (Lobos)
Almacén de Alberto García (Lobos)

almacén en Zapiola
Contacto con el artista: albertopinciroli@hotmail.com

miércoles, 20 de mayo de 2009

Antiguas pulperías en nuestro recuerdo

A pesar del tiempo transcurrido desde su desaparición todavía perduran los nombres de muchas de ellas.
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Tanto las esquinas como las pulperías fueron frecuentes paradas de diligencias y tropas de carretas.

Sus presencias reales nos han abandonado, pero perduran sus nombres. Mencionemos algunas: el "Tome y traiga" y "La Pava Grande" en el viejo camino de tierra de Magdalena a Chascomús; "Sol de Mayo", saliendo de Buenos Aires por el camino del Norte, muy concurrida por gente de la escolta de Rosas; "La Banderita", cerca del Riachuelo, en el camino al Sur. Y una de las más famosas, "El Caballito", a la que habremos de referirnos ya.

La pulpería de "El Caballito" se hallaba a la vera del camino que de Buenos Aires salía para el Oeste y se la encontraba antes de llegar a Flores. La construyó el genovés Nicolás Vila, en 1821, con los restos de un barco.

Plantó el mástil, y sobre él, colocó una veleta de latón representando el famoso caballito, que actualmente descansa de sus tantos corcovos en una de las salas del Museo Histórico de Luján.

Detengámonos un instante más en esta pulpería. Hacia 1820, una vieja nave ballenera se estrelló contra el fondo toscoso del Río de la Plata, muy cerca de donde hoy se levanta la Casa Rosada.

Con paciencia, Vila se encargó de desmantelar los restos del viejo navío que nadie reclamó. Y en una carreta cargó hierros, palos, bisagras y maderas, y en muchos viajes trasladó hacia el Oeste -hacia el campo y la inmensidad pampeana de la época- esos restos.

De ese modo, en pleno campo, erigió la pulpería, hito entre los suburbios y la pampa. Punto inicial o terminal de la monótona y polvorienta rastrillada que se orientaba hacia Chile y el Alto Perú.

Dicen que era linda y convidadora la pulpería de don Vila. ¡También!, el lujo insólito de maderas cepilladas y barnizadas, raro, incluso en construcciones urbanas debió ejercer atractivo.

Por los pagos de Chascomús, quedan todavía los sones de "La Concordia" -que alcanzamos a conocer- a orillas casi de la laguna, y cerca de allí "El Trompezón" -con su ventana-mostrador enrejada- donde se atendieron heridos en la batalla de los Libres del Sur, en aquel triste noviembre de 1839. Y hacia el paso de "La Postrera", la famosísima "Azotea Grande", que funciona como almacén hasta hace pocos años.

Almacén centenario

En Lobos, donde siempre nos pareció que el tiempo se hubiera detenido, se conserva entre otros un almacén de campaña más que centenario.

El piso de ladrillos gastados y la reja que marca el límite del mostrador, incitan a evocar una época que alcanza a la leyenda cuando alguien recuerda por acá anduvo Juan Moreira, buscando su destino, de paso hacia la muerte.

"El Hipódromo", más conocido por lo de "García" tiene en su haber casi 160 años. El piso de anchas tablas de pinotea, todavía resiste las pisadas de los curiosos; y entre sus paredes, retumban las risotadas y las verseadas del truco y del mus. Sobre el mostrador de estaño hay un casillero para guardar los libros de la contabilidad y un antiguo escritorio-caja, para amontonar los recuerdos.
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Fuente: Carlos Antonio Moncaut, publicado el 26/02/2005, en Rincón Gaucho, diario La Nación.