jueves, 24 de junio de 2010

Almacén de un pueblo chico


Almacén de un
pueblo chico


Almacén de un pueblo chico
es más que una simple casa,
es la historia que con grietas
talló el tiempo en su fachada.
Es un cartel oxidado
que se balancea y rechina
cuando la brisa lo hamaca,
y es un palenque olvidado
debajo de la enramada.

Almacén de un pueblo chico
es un largo mostrador
donde en puntitas de pie
esperábamos la yapa;
es azúcar en terrones
que llenaban la bolsita
hecha con papel de estraza
y es la provista obligada
para el hombre de las chacras.

Almacén de un pueblo chico
es un biombo que separa:
el humo del cigarrillo,
del boliche "truco y grapa";
es jaula de pajaritos
que se quedó en la pared
envuelta en telas de arañas
y es balanza de dos platos
que nunca miente ni engaña.

Almacén de un pueblo chico
es fiambre y queso guardado
en tejido mosquitero,
burlándose de las moscas
que se ganaron adentro,
esquivando la cortina
que en la puerta está colgada,
y es el frasco de bolitas
de barro o de porcelana.

Almacén de un pueblo chico
es piso de pinotea,
donde retumban los pasos
al balancearse las tablas;
y es el misterio del sótano
que hacía imaginar mil cosas,
cuando con gran desconfianza
y con los ojos saltones
relojeábamos la tapa...

Almacén de un pueblo chico
es estantería hasta el techo,
para exhibir los productos
de las más variadas marcas;
y en la parte superior
largas filas de botellas,
en un muestrario de vinos
desde el "Guaymaré Carlón"
al infaltable "Marsala".

Almacén de un pueblo chico
es un rincón que presenta
cocinas de fundición:
Carelli, Instilar y otras...
que, para ahorrarse las marcas,
económicas llamaban;
y es un cajón que resguarda
la variedad de fideos
en madejas enredadas.

Almacén de un pueblo chico
es también el cartoncito,
donde anotaba la abuela
las cosas que precisaba,
que perdía por distraído
cuando olvidaba el mandado,
sin importarme los retos
para quedarme a jugar
con los chicos de la cuadra.

Almacén de un pueblo chico
es la libreta mensual,
que llevaba detallada
las compras que siempre fiaba.
Es el hilo choricero
que remonta barriletes
y es la pelota de goma
comenzando los partidos
que en el boulevard se armaban.

Almacén de un pueblo chico
es un tiempo que se ha ido
entre cosas olvidadas...
Por eso cuando te encuentro
hecho ruinas en la esquina
con tus paredes rajadas,
la puerta vieja y reseca
por el tiempo apolillada,

siento que hay algo de historia
que en tus ladrillos con musgo
se ha quedado aquerenciada;
como muestra de recuerdos,
hoy te traigo a mi guitarra,
y en un puñado de versos
puedo afirmar convencido:
"almacén de un pueblo chico
sos más que una simple casa"...

Fuente: Mario Alessandrini

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